DEFECTO DE NACIMIENTO DE UNA GUERRERA
Hace siete años, Maribeth Reyes jamás había escuchado hablar de tetralogía de Fallot (TOF), atresia pulmonar o arterias colaterales aortopulmonares principales. Ni siquiera sabía que los bebés podían nacer con defectos cardíacos congénitos.
Pero aquí estaba con cinco meses de embarazo, en el consultorio de su entonces médico, a 100 millas de su hogar, tomando un curso intensivo inesperado en esta compleja serie de anomalías cardíacas.
Sencillamente se le había dicho que su hija en gestación Audrey las tenía todas.
En el corazón de Audrey, una serie completa de problemas anatómicos — hoyos, arterias estrechas y subdesarrolladas, posicionamiento anormal, obstrucciones y más — estaba limitando el suministro de sangre a los pulmones.
De hecho, en lugar de la gran arteria pulmonar principal que típicamente transporta la sangre a los pulmones, del corazón de Audrey habían brotado diminutas arterias colaterales para hacer esa función. “Como ramas de un árbol o fideos,” explica Maribeth, “apenas del tamaño de hilos literalmente.”
El cardiólogo fue muy contundente acerca del futuro de Audrey: no sobreviviría o posiblemente necesitaría cirugías toda su vida.
Hasta que Audrey naciera, sería imposible saber más que eso.
El temor de una insuficiencia cardíaca
Aunque Audrey necesitó un procedimiento cardíaco al nacer, pudo irse a casa para crecer y fortalecerse para las cirugías futuras que necesitaría.
Cuatro meses después, Audrey sufrió su primera insuficiencia cardíaca y se le transportó apresuradamente en helicóptero para una operación a corazón abierto. Sus probabilidades de supervivencia rápidamente pasaron a ser del 50-50.
Durante días, Audrey dependió de máquinas avanzadas para la supervivencia. Luego, tuvo otro procedimiento de emergencia, esta vez un cateterismo cardíaco realizado por un tubo guiado a través de los vasos sanguíneos. Hinchando un globo y colocando una endoprótesis, se intentaría abrir algunas de las arterias colaterales para suministrar más sangre al corazón.
El intervencionista cardíaco pediátrico experto de L.A., Dr. Frank Ing, le confesó a Maribeth que estaba preocupado. “Con arterias del tamaño de hilos,” explica Maribeth, “el riesgo de que estallen es importante.”
Pero diez horas después, el Dr. Ing salió del procedimiento sonriendo.
“Le salvó la vida. Fue un momento increíble,” dice Maribeth. Audrey podría finalmente venir a casa de nuevo.
Durante los próximos cuatro años y medio, Audrey tuvo una docena más de procedimientos cardíacos, la mayoría realizados por el Dr. Ing, y pasó una cantidad enorme de tiempo con respiradores artificiales y en recuperación.
Debido a su corazón frágil, oxígeno limitado y el riesgo de virus que su organismo no podría combatir con facilidad, Audrey no podía correr, jugar o ir a la escuela como los niños normales.
Finalmente, después de que su tercera operación a corazón abierto en San Francisco estabilizara su salud, las primeras palabras de Audrey al salir de recuperación fueron: “¿Puedo correr ahora?”
“Él era nuestra línea de vida. Realmente no creo que Audrey estaría aquí sin él.”—Maribeth, mamá de Audrey
Seguimiento de su línea de vida a Sacramento
Pero la montaña rusa tuvo otra caída. En el siguiente procedimiento de cateterismo cardíaco de rutina de Audrey para tomarle más imágenes dentro del corazón, el tubo rompió una arteria. Audrey volvió a la Unidad de Cuidados Intensivos y tosió sangre durante meses. Fue uno de solo dos cateterismos en su vida que no realizó el Dr. Ing, quien recientemente había tomado un puesto con UC Davis Health en Sacramento.
“Justo cuando uno piensa que la montaña rusa ha terminado, en un instante uno se da cuenta que no es así,” dice Maribeth.
Un mes después, Maribeth y su familia se mudaron a Sacramento para recibir atención en UC Davis Health y una vez más del Dr. Ing.
“Cuando el Dr. Ing se fue, simplemente sabía que la atención de Audrey corría peligro. Ese último procedimiento fue la gota que derramó el vaso.” En todos los altibajos precipitados en el trayecto de Audrey, el Dr. Ing había sido la diferencia entre la vida y la muerte. “Él era nuestra línea de vida,” dice Maribeth. “Realmente no creo que Audrey estaría aquí sin él.”
“Hoy día, es un espíritu libre. Le ha dicho a Audrey toda su vida que las cicatrices en el pecho son prueba de su valentía extra especial. Ella sabe que es cierto. Ahora, no le teme a nada.”—Maribeth, mamá de Audrey
Encontrando su libertad
Bajo el cuidado del Dr. Ing y de UC Davis Health, no ha habido emergencias ni ningún problema importante. Con terapia adicional del habla y de la conducta disponible en UC Davis Health, Audrey ha recuperado la vida perdida con tanto tiempo pasado en hospitales.
Después de años de dolor, la atención correcta cambió por completo su mundo.
“Hoy día, es un espíritu libre,” dice Maribeth. Le ha dicho a Audrey toda su vida que las cicatrices en el pecho son prueba de su valentía extra especial. “Ella sabe que es cierto. Ahora, no le teme a nada.”